Cuando se habla de la poca presencia femenina en el sector tecnológico – en cualquier de sus áreas y niveles- mi respuesta es muy clara: los estereotipos existen y se maman desde pequeñas. Y no me refiero solo a las escuelas sino también a las casas. Somos las mismas madres, sobre todo las alérgicas a la tecnología, las que pasamos esa fobia a nuestras hijas. Así, sin darnos cuenta.
Tengo muchas amigas tecnófobas, mujeres muy inteligentes con varias carreras algunas, que cuando se trata de tecnología – actualizar el móvil, instalar un programa en el PC, o comprarse un tablet- requieren de la intervención masculina en forma de padre, hermano, marido, amigo, novio o compañero de trabajo. Evidentemente no se trata de no pedir ayuda o consejo, especialmente cuando hay gente más puesta, que están al día. Pero una cosa es que te asesoren y otra cosa es que tomen la decisión por ti.
Las mujeres, y ahora voy a generalizar, delegamos mucho esta parte en los hombres, quizás temerosas de no entender qué es el procesador, la tarjeta de memoria o cualquier otra característica técnica. Y no es para menos porque cuando vas a comprar un Smartphone o un PC las especificaciones parece que las haya escrito un ingeniero de la NASA. Pero para entenderlas solo hace falta una cosa: querer hacerlo.
Pero pasamos….porque ya lo hacen ellos, que no van a cazar mamuts pero nos recomiendan el smartphone de turno. Y nosotras encantadas, claro.
Quizás nosotras seamos una generación perdida, a pesar de los intentos de muchas empresas como Google o de colectivos como Dones en Xarxa. Pero me niego a que mi hija herede esos patrones. Mi hija, que ahora tiene 3 años, será lo que quiera ser, estudiará letras o ciencias, lo que ella quiera y más le atraiga. Si no elige ciencias que no sea porque la sociedad le ha metido en la cabeza que por ser chica las carreras STEM se le van a dar peor.
Hace tiempo, llevamos mucho tiempo con Gadwoman, lo vi claro: la labor para que eso no pase tiene que darse en la infancia, tanto en las escuelas como en las casas. Las madres que tomen conciencia de ello y reconozcan su fobia tecnológica, aún más. Y no hace falta que ellas aprendan a programar – no se trata de “a la vejez, viruela”- sino que se impliquen activamente, buscando maneras de motivar a sus hijas o por lo menos de no desmotivarlas con sus comportamientos y actitudes timoratas.
Las empresas y universidades llevan tiempo pregonando a los cuatro vientos que hay escasez de estudiantes femeninas STEM en sus aulas y, por tanto, de profesionales cualificadas. La Unión Europea también alerta de la falta de mujeres en el sector de la tecnología, cómo estamos perdiendo un tren que no volverá a pasar. Y es que la tecnología ya no es una materia de la que te puedas aislar. No, está presente en nuestro día a día y es rara la profesión a la que no se ha incorporado. Y lo estará en un futuro en todas las profesiones. Hoy en día aún existen periodistas analógicos, pero esos dinosaurios desaparecerán ni no se perpetúan porque la digitalización no es pasajera.
Por eso me ha encantado la iniciativa de de la Real Academia de Ingeniería (RAI) que ha puesto en marcha un proyecto para atraer a las mujeres a la tecnología. Y lo hace donde, desde mi punto de vista, está la clave: la infancia.
Al frente del proyecto está la doctora ingeniera Sara Gómez, profesora de la Universidad Politécnica de Madrid. Gómez, que fue vicerrectora con el anterior equipo de gobierno de la UPM. Ella conoce bien la necesidad de atraer a las jóvenes a las escuelas de ingeniería, en donde aún son minoría, y ayudarles a integrarse en un mundo profesional que, hoy por hoy, sigue siendo masculino. “Los datos de empleo nos dicen que las carreras que más futuro laboral tienen son las relacionadas con las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas y las chicas se resisten a cursarlas. ¿Por qué? Creo que es una combinación de muchos factores: falta de referentes femeninos en estas materias, expectativas de los padres, poca utilidad social de estas disciplinas… entre otras”, explica Gómez. “En este momento más del 50 por 100 de nuestros universitarios son mujeres, pero solo el 25 por 100 eligen estudios de ingeniería y arquitectura. En edades tempranas la mayoría de las niñas aventajan a los niños en todas las materias, incluyendo matemáticas. Por tanto, la diferencia en sus comportamientos no tiene que ver con la falta de habilidad o los conocimientos adquiridos, sino más bien con la forma de enfrentar los retos”.
Para la docente mientras que los chicos asumen que no logran solucionar un problema porque es complicado, las chicas empiezan a dudar de sus habilidades.
“Mi experiencia me dice que cuando acompañamos a las chicas que están en clara minoría a ser valientes y formamos una red a su alrededor que las anime y las apoye hacen cosas increíbles, porque dejan que aflore su enorme potencial. Si no hay maestras, no hay alumnas”, señala Sara Gómez.
Con este proyecto la Real Academia de Ingeniería se propone como misión institucional: motivar e interesar a niñas y adolescentes, para que las mujeres tengan más presencia y visibilidad en las carreras técnicas y, por consiguiente, más mujeres se incorporen a las distintas especialidades profesionales relacionadas con la ingeniería.
¿Y qué van a hacer diferente?
Para motivar el acercamiento de la niñas a la tecnología van a realizar talleres participativos dirigidos a niños y niñas de Educación Infantil y Primaria, es decir, desde los 3 años y realizados en colegios que expliquen qué es la ingeniería y motiven vocaciones. Otra herramienta que forma parte de su estrategia son las conferencias y talleres dirigidos a los profesores de Educación Infantil y Primaria para que incluyan en sus clases actividades que ilustren la importancia de la creatividad e innovación y la importancia de la ingeniería en la vida cotidiana. Si los profesores y especialmente las profesoras no se implican, poco se va a poder hacer por acercar la tecnología a las niñas en las aulas.
Y finalmente una, que me encanta, van a dar conferencias y talleres dirigidos a los padres y madres para que en el entorno familiar se consideren actividades lúdicas y familiares orientadas a la creatividad y a la innovación. Que no solo hay parques y cuentacuentos y parques de bolas, que podemos ir con nuestras peques al museo de ciencias o averiguar otras actividades de otro tipo, más tecnológicas como talleres de robótica, de programación, etc. Hace unos años coincidí con una compañera de la carrera en una hackaton de programación para niñas. Ella, tecnófoba orgullosa, me confesó que estaba allí por su hija, que no quería que fuera también una incompetente tecnológica. Y me quité el sombrero!
Como parte del proyecto de la RAI, también se realizarán visitas a empresas en las que se pueda ver en directo la labor de las ingenieras que trabajan en ellas. Esto estará dirigido a grupos de alumnos de primaria, padres y docentes de los colegios que se vayan seleccionando. Y es que los referentes de ingenieras, de profesionales o de emprendedoras en el campo de la tecnología son fundamentales para crear nuevas vocaciones. Y eso lo sabemos bien en Gadwoman.