Instagram se ha convertido en la aplicación de fotografía más utilizada del mundo, y a mucha diferencia de cualquier otra. La red social propiedad de Facebook no solo ha logrado el favor de un montón de personas que hasta entonces no pasaba de fotografiar sus cumpleaños y ahora estilizan sus fotos usando sus famosos filtros, sino que ha logrado que los más veteranos puedan codearse con los mejores fotógrafos creativos con las cámaras de sus móviles.
Son un mercado que los fabricantes de cámaras fotográficas no quieren dejar escapar porque son para ellos los fotógrafos del futuro. Alguien que hace fotos interesantes con el móvil puede enamorarse de una cámara reflex que le va a permitir hacer fotografías con más técnica y más opciones de las que te permite el móvil.
Esto que como razonamiento puede parecer interesante, se topa con la realidad. Mientras los móviles con muchas prestaciones se venden cada vez más, el mercado de las reflex va decreciendo y apenas supone el 1% del total.
La Canon EOS 1300D quiere ser la cámara que capte a los instagrammers a partir de los filtros que lleva incorporados y de funciones automatizadas que hacen que las fotos puedan salir bien sin pensar demasiado.
Y que además se puedan pasar al móvil para enviarlas a Instagram de manera fácil usando una red inalámbrica que hace la cámara con el móvil gracias a una app propia de Canon, que es muy sencilla de configurar y que permite también controlar la cámara desde el teléfono, una forma muy inteligente de no jugarte la vida para un plano y solo poner en riesgo la cámara.
Como la mayoría de cámaras reflex modernas, la EOS 1300D tiene un modo automático que en principio sirve para hacer fotos de lo más decente a poco que te tomes la molestia de enfocar primero (y se hace como siempre, presionando levemente el botón primero). Pero además tiene varios modos pensados para paisajes, retratos, primeros planos, retratos nocturnos o disparos rápidos para deportes que simplifican más las cosas.
Incluso, y esta es una novedad respecto a otras cámaras, tiene un modo pensado para fotografiar comida que se supone ha de tomar mejores fotos sobre los platos con luz artificial.
Todo eso se puede complementar con los controles manuales sobre funciones, como al flash, la exposición, la velocidad de disparo o la sensibilidad, como en una reflex convencional.
Vale, pero ¿qué ocurre? ¿Qué problema tiene la cámara para un instagrammer? Pues primero su tamaño. Cuando alguien se ha acostumbrado a hacer fotos estupendas con un dispositivo que lleva en el bolsillo nos parece muy difícil que se compre una cámara que tiene un objetivo intercambiable y que con el que viene de serie (un 18/55) pesa casi 700 gramos (medio kilo solo el cuerpo). Para convencerle tendría que ver la utilidad de las prestaciones.
Y existen por la complejidad de manejo de parámetros, que no por la capacidad del sensor. La Canon EOS 1300D ofrece 18 megapíxeles, una resolución que ya alcanza cualquier móvil de gama media-alta. Y sus filtros no son ni de lejos ni tan variados ni tan potentes como los que ofrece la propia Instagram ni sus funciones tan completas como las que ofrecen algunas apps que usan los instagrammers.
Seguramente por eso es difícil recomendarle a alguien que se gaste los más de 400 euros que cuesta la cámara con el objetivo básico si no tiene intención de entrar en el mundo de las reflex, de sus objetivos intercambiables y de cómo hacer virguerías con un instrumento óptico que todavía tienen mucho que decir para los fotógrafos clásicos.
Y si quieres triunfar en Instagram, independientemente de la cámara, sigue los consejos de las expertas Marta Alonso, autora del libro We Instagram, y Mery Viñas.