Advertisements

Aún me acuerdo cuando recibí el primer mail en el que un supuesto príncipe de Nigeria me escribía desesperado porque, debido a la situación política de su país, necesitaba sacar todas sus divisas -millones de euros- y me pedía solidariamente el número de mi cuenta corriente para poder hacer la transferencia a cambio, tan sólo, de una comisión que cubriera los gastos. Después de ese correo – una estafa evidentemente porque no tengo la suerte de conocer a ningún príncipe nigeriano- llegaron otros que me causaron la misma impresión: un correo en el que se me alertaba de que aún no había cobrado mi décimo de lotería premiado en Brasil (aunque soy de allí, nunca he jugado a la lotería), un mensaje sobre la herencia de un tío en América que había decidido cederme sus bienes o, como cenit de todos los engaños, el mail del Gobierno de Nigeria para compensarme por haber sido víctima de la estafa del príncipe de aquel país, aunque nunca hubiera picado en el engaño.

Ahora casi todos sonreímos al oír hablar de este tipo de estafas –que no quedan ahí, también existe el timo del prisionero español, el del militar de Irak, el de los gatitos de pura raza…- Sin embargo, siempre debemos estar alertas ante nuevos desarrollos de los delincuentes. La moda es ahora hacerse pasar por empresas o personas, especialmente, nuestro banco, en las que confiamos para poder cometer el delito.

¿Quién no ha recibido un correo electrónico de “su” entidad financiera pidiéndole las claves de acceso a la banca electrónica para poder generar unas nuevas contraseñas para incrementar la “seguridad”? Pues bien, antes de seguir, un consejo básico y fundamental: tu banco nunca te pedirá por correo o por teléfono ninguna de tus claves para operar, precisamente por eso, por seguridad. Una vez sabido esto, podemos continuar.

La herramienta que mejor lucha contra los ataques cibernéticos, especialmente las estafas, se encuentra leyendo este artículo, es decir: uno mismo. Muchas veces nos dejamos llevar y confiamos en exceso pinchando, por ejemplo, en un enlace sin comprobar que la dirección a la que nos lleva es real o abriendo archivos adjuntos que, claramente, no incluyen lo que nos dice. Por eso, es importante siempre desconfiar de cualquier mensaje, ya sea email, SMS, mensaje de WhatsApp o de redes sociales que solicite urgentemente cualquier acción relacionada con la información personal y financiera: recibir una comunicación que aparentemente parece del banco no quiere decir que realmente lo sea.

Además, como apuntaba antes, no deberíamos dar más información personal o de otro tipo de la que se solicita, ya que esa información adicional puede servir para descifrar las contraseñas personales en determinadas webs de compras y servicios o redes sociales. La mayoría de las entidades financieras tiene restringida la información que solicita a sus clientes, por lo que es recomendable conocer esas políticas de seguridad del banco.

Ante cualquier duda, es mejor llamar a la entidad financiera y contrastar con ellos la veracidad de un mensaje recibido es la mejor forma de no caer en la trampa o incluso buscar en Google para comprobar, la mayoría de las veces, que estamos siendo objetivo de un delincuente.

Este tipo de estafas también ocurre con empresas de todo tipo, no sólo con los bancos. Famosos son los cupones descuento de Zara, Mercadona o Lidl, aunque en la mayoría de estos casos no se compromete dinero sino “solamente” los datos personales, muy valiosos. Sin embargo, para muchas empresas que luego los revenden a terceros para realizar campañas de marketing. No hay que perder de vista este tipo de estafas porque, también en muchos casos, lo que piden al usuario a cambio de recibir un cheque regalo es llamar a un número de teléfono de tarificación especial en el que se le mantiene a la espera durante minutos para finalmente cortar la llamada.

En definitiva, es fundamental comprobar qué sitios visitamos y estar totalmente seguros de que las páginas que usamos son las oficiales de cada entidad financiera o empresa, sobre todo si hay datos o pagos de por medio. Y ante la duda, siempre, consultar con el banco antes de introducir nuestra información en un sitio del que desconfiemos.

Daniel de Melo-FICO

 

Por Daniel Melo, director senior de FICO