Este verano recuperé una heladera del baúl de los recuerdos de una cocina ajena. Es una Philips Ice Cream Maker que aún se vende en Amazon España como «de importación» y de la que la web de Philips España solo vende las piezas de recambio.
Increíblemente simple, la heladera es de hecho un recipiente de plástico dentro del cual se acopla un contenedor de agua helada que hay que mantener siempre en el congelador y sobre el que giran unas varillas que son las que dan consistencia al helado.
Sobre esto, se acopla un pequeño motor que, en este modelo, solo tiene una velocidad, y que es perfectamente extraíble.
La simplicidad del aparato se compensa por los recovecos en su limpieza, que la hace algo entretenida (nada demasiado grave, tampoco).
Lo mejor es lo sencillo que resulta fabricar helado con ella. Lo único comparable es la panificadora, ese otro gran invento de la hermandad del electrodoméstico 😉
Las mejores recetas no son las del folleto que viene adjunto, y que para las que, como yo, lo habíais perdido, se puede descargar desde aquí en inglés, alemán, francés y holandés.
Mi consejo es que busqueis en las fuentes, o mejor en las autoridades. ¿Y quién hace mejor un helado que un italiano? Pues vuestra web se llama Gelato in Casa y es un compendio de recetas de ese helado tan cremoso que tiene como base la leche y la nata.
Insuperables la receta del helado de cacao para las que os guste el chocolate de más del 70% y la del sorbete de limón. He hecho un par de veces ya la versión 1, del restaurante, y sale buenísima. Incluso si las claras no se os montan al punto de nieve, con que queden un poco batidas, es suficiente.
La heladera tarda en torno a 30 o 40 minutos en hacer un helado de consistencia compacta. De todas formas, pensad que son helados que se derriten mucho antes que los industriales y que quedan demasiado compactos en el congelador. Así que lo mejor es hacer (hay que mezclar primero los ingredientes en un bol aparte) y servir.
La heladera, si teneis a alguien con intolerancia a la lactosa en casa, es además el recurso perfecto porque permite elegir los ingredientes. Basta con sustituir la nata y la leche por sus homólogos sin lactosa. El helado sale igual de bueno.