El sueño de todo amante de los animales domésticos es, sin ninguna duda, poder llegar a simultanear un día su grata compañía con una vivienda totalmente impecable y libre de pelos. Para quienes se resisten a dejar de creer en esa quimera, la empresa iRobot ha creado el robot Roomba 565 Pet, una aspiradora automática que, si bien no hace milagros, sí permite a las familias que tienen perros y gatos, mantener su casa lo más limpia posible sin la esclava obligación de tener que pasar a mano la aspiradora o barrer a diario. Para comprobar qué había de cierto en las alabanzas y críticas que defensores y detractores hacen de este tipo de aspiradoras que tan de moda está, me llevé a casa este modelo concebido especialmente para mascotas.
A pesar de los prejuicios con los que inicié la prueba, Roomba superó todas las expectativas y consiguió hacerme cambiar de idea en apenas unas horas. Si bien es cierto que los propietarios de animales domésticos sabemos que tener una casa impoluta es imposible, la utilización de este pequeño y algo ruidoso electrodoméstico, permite realizar un mantenimiento diario general más que suficiente para que el suelo se perciba limpio y libre de madejas de pelos y pelusas. Ubicado en un rincón del comedor, pronto se convirtió en un miembro más de la familia que se mueve a su libre albedrío por la casa.
Tanto es así que, una vez superada la curiosidad del primer día y la inquietud de ver cómo se le aproximaba y le embestía sin detenerse, Sapa, mi Golden Retriever, se ha acostumbrado a su presencia y la observa tranquila desde su cama. Le molesta un poco que la embista pero ya sabe dónde ponerse para estar a salvo. Apenas levanta las cejas mientras duerme cuando la nota cerca.
Es posible dejar el robot encendido o programarlo para que inicie la limpieza a una hora determinada, sabiendo que cuando llegues lo encontrarás con el trabajo hecho y en la base de recarga. El aparato es de gran utilidad para quitar de en medio «lo que ve la suegra», y aunque dispone de un cepillo lateral que intenta llegar a los rincones, lo hace con un éxito relativo. También se le resisten los bajos de sofás y butacas por debajo de las cuales no pasa, o debajo de las mesas cuando las sillas no dejan demasiado espacio para pasar. Y es que, hoy en día, las viviendas no van demasiado sobradas de metros cuadrados y los muebles tienden a estar algo juntos. Tampoco son su fuerte obstáculos como alfombras gruesas o los cables lámparas u otros electrodomésticos con los que tropieza en el suelo y en los que, seguramente, la encontraremos encallada a nuestro regreso.
A pesar de ello, Roomba se desplaza por la vivienda de forma bastante rápida. Aunque es imposible conocer el patrón que sigue a la hora de moverse por la estancia, suele realizar varias pasadas, de manera que la retirada del pelo y otra suciedad está bastante garantizada. La batería resulta más que suficiente, al menos para una vivienda de 80 metros cuadrados. Si se quedara sin batería, ella misma regresaría a cargarse a la base, a menos que esto le sucediera en una habitación diferente de donde se encuentra el punto de reposo. Aunque se pueden encontrar en el día a día algunos inconvenientes, como su precio, un depósito de suciedad un poco pequeño, o unos cepillos, ranuras y bisagras fácilmente obturables y algo difíciles de limpiar, lo cierto es que el robot supera con creces las expectativas iniciales, y te acostumbras a su presencia de tal manera que el día a día de la limpieza sin ella, ya resulta inconcebible.
Isabel Lopera es periodista y dueña de Sapa.