El pasado febrero, los chicos de Ulabox me regalaron un robot de limpieza del hogar. Nada humanoide que me hable de usted como me hubiese gustado, pero la experiencia con él me ha dado la inspiración para escribir este artículo.
Desde hace varios años estamos oyendo acerca de los robots aspiradora, esos artilugios que nos permiten tener más independencia a la hora de darle brillo al parqué de casa. Son muchas las marcas que se han acercado a este mercado con sus propuestas: iRobot, Samsung, Hoover, LG, etc, la verdad es que quien ahora no tenga uno en su hogar, es que no posee una auténtica “Gad-casa”.
Aunque el precio de los robots está entre los 1.000 y los 300 euros, los chicos de Ulabox me regalaron la opción de Vileda de 35 euros, la llamada Vileda ViROBi, la opción para todos los bolsillos.
Lo primero que sorprende de este robot es que consta de tres partes:
El centro rojo: Tiene dos botones para los dos programas de limpieza, y debajo dos ruedas para moverse.
El aro negro: Es flexible para adaptarse perfectamente a las esquinas, y lleva un poquito de velcro debajo para pegar y despegar la gamuza desechable.
La gamuza desechable: El gadget viene con tres recambios, así que es mejor comprar un pack el día que se compre el aparato.
El diseño del aparato es obra del Estudio Casini, un referente en el mundo del diseño. Sin embargo, el concepto “Robot aspirador inteligente” con ViROBi hay que cogerlo con pinzas porque:
1. El adjetivo “inteligencia” le queda muy ancho ya que sus dos programas de limpieza, uno de 30 minutos para pisos de 30 metros cuadrados y otro de 120 minutos que agota la batería, no equivalen a razonamiento por parte de la máquina. No sigue un patrón de limpieza como podría hacerlo el NaviBot de Samsung, sino que va dando tumbos por la casa, y cuando choca, cambia la dirección. Tampoco evita escaleras, alfombras ni peldaños. No hablemos de volver a la base para cargarse, que sería un esfuerzo titánico por parte de la máquina acertar al agujero correcto.
2. No es un robot aspirador como los que podamos estar acostumbrados a ver, sino que es un robot-mopa. Dispone de una gamuza desechable pegada con velcro en la parte inferior. Eso es bueno porque no levanta polvo cuando aspira, pero requiere de un recambio por sesión, ya que aunque dependa de la suciedad del suelo, no es reutilizable. Poco ecológico, diría yo.
Pero es muy divertido dejar el aparato funcionando cuando nos vamos de casa, y buscarlo a grito de “Cariño, ya estoy en casa”, por debajo de la cama, las sillas o las habitaciones del hogar. Él nunca responde, pero por si la rebelión de las máquinas ha llegado, mejor que esté de nuestra parte…
Después de pensar que los electrodomésticos y los robots se venden en tiendas de electrónica, Vileda nos enseña que podemos comprar en un supermercado un pequeño robot por menos de 40 euros. Y la verdad es que con este ejemplo podemos ver cómo las marcas convencionales se van acercando modestamente hacia la tecnología y los beneficios que esta puede ofrecer para facilitarnos el día a día.
Al final es sólo eso: La tecnología nos ofrece herramientas que nos hacen la vida más útil. Ni caprichos, ni curiosidades sorprendentes, sino un paso adelante hacia una optimización de nuestro tiempo, ya sea a base de una tableta táctil, un teléfono móvil o un robot que limpia el suelo.
Gina Tost. Directora de contenidos y presentadora de Generació Digital, en sus versiones de televisión en Canal 33 y radio en Catalunya Ràdio. Bloguera, ilustradora, columnista en Marca Player y presentadora de la NHK (televisión pública japonesa) en España.
Hola Gina, esperaba un poco más de opinión, después de probarlo cual fue el resultado, merece la pena, lo recomiendas, es un resultado aceptable con un precio 10 veces inferior a los robots «super-inteligentes», o si lo compramos aunque sea barato lo usaremos un par de veces y lo dejaremos aparcado como desecho tecnológico porque no cumple su función y no pasa de ser un aparato curioso que se va golpeando por las esquinas.
¿¿¿???
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