Las tabletas como el iPad son estupendas, permiten hacer la mayoría de las tareas que realizas con un portátil… pero no todas. Y una de las que más se echa de menos es la posibilidad de escribir con la misma agilidad que con el teclado de tu portátil.
El iPad, gracias a la conexión bluetooth, admite un teclado inalámbrico, pero para no tener que cargar con dos piezas, se han inventado los teclados funda. Funcionan por Bluetooth, se acoplan a la tableta, haciéndole de funda protectora, y además son un teclado con todas las letras, que admite la posición vertical u horizontal de la pantalla.
Los hay de varias marcas, aunque Logitech y Kensington son los más extendidos. Cuestan en torno a los 90 euros y algunas funcionan también para tabletas Android, que tienen otro formato, más rectangular.
Utilizarlas es sumamente sencillo. Se enciende el teclado, se activa el bluetooth desde el menú de Ajustes del iPad y se buscan los dispositivos disponibles. Se selecciona el teclado, y ya están vinculados ambos dispositivos. A partir de entonces, la tableta y el teclado ya se conocen y no habrá que repetir la operación.
El teclado-funda tiene su propia batería, y se recarga vía un cable USB conectado a un ordenador.