En verano cualquier lugar vale par pasar unos días fuera, y si se te hace muy cuesta arriba lo del hotel o el cámping, hay una alternativa de alojamiento que está cobrando cada vez más adeptos: quedarte en casa de otras personas que ofrecen estancias en sus propios domicilios a través de internet. Puede ser toda una casa, una habitación o incluso solo un sofá. Es mucho más barato, puedes hacer amigos y se comprometen a darte indicaciones para que conozcas su ciudad.
La pionera fue Airbnb, que opera ya en 189 países. La web estadounidense funciona desde agosto del 2008 y ya lleva más de un millón de noches reservadas. Utiliza los perfiles de Facebook para que los usuarios se conozcan (y piden incluso información extra) y se acepten, porque el que ofrece la casa es quien elige entre los que se la piden. Y no hay que olvidar que todo se basa en la confianza, porque vas a casa de alguien que no conoces.
Hay descripciones superdetalladas de servicios y zona, aunque por razones de seguridad se omiten las direcciones exactas. Eso sí, la web se compromete a que la información que dan es correcta. Y se paga a través de la web, vía tarjeta de crédito o Paypal.
El registro como usuario o para ofrecer tu casa es gratuito (hay un seguro para los propietarios), pero la web se lleva una comisión que cobra al que alquila (el 15%). Te pedirán muchos datos sobre ti, porque hace poco tuvieron un percance (un tipo que alquiló una casa y la desvalijó), lo que les ha hecho reforzar los mecanismos de control.
Al calor del éxito de Airbnb han surgido otras opciones similares como Wimdu, que ofrece desde un lugar en un barco a un castillo en Escocia o 9flats, muy similar a las anteriores.
Pero si te conformas con menos espacio (total, vas solo a dormir), igual te interesa Couchsurfing, una web basada en el alojamiento voluntario de turistas. Ni cobran ni se paga, y funcionan por donaciones. Hay un millón de miembros apuntados.